No está demostrado que comer sano aumente la inteligencia, pero lo que sí está claro es que el buen funcionamiento del cerebro depende en gran parte de la cantidad y calidad de vitaminas, minerales, agua, proteínas y grasas que ingerimos con la alimentación. Un desequilibrio en la dieta provoca un desequilibrio en la actividad del cerebro.
Agua es importante para el cerebro, de hecho, la falta de líquido provoca dolor de cabeza, cansancio y falta de concentración. El líquido transporta oxigeno y sustancias vitales; por ello, la falta de líquido produce malestar.
Comer de tanto en tanto unas nueces o almendras evita el desgaste de las células y asegura el buen funcionamiento de la mente. Tanto las almendras como las nueces son ricas en grasas poliinsaturadas, las cuales favorecen las conexiones neuronales. También el anacardo es beneficioso por su alto contenido en magnesio, sustancia nutriente que tranquiliza en situaciones de estrés y, por lo tanto, promueve la atención en clase.
La siguiente receta contiene todas las sustancias nutritivas (proteínas, grasas, fibra, vitaminas y minerales) que el cuerpo necesita diariamente y es fácil de preparar:
Sopa fría de tomate con huevo duro y pan integral
Ingredientes para una persona
300 g tomate maduro (no de lata)
100 g pimiento verde
50 g pepino
1 ajo
30 ml aceite de oliva
2 huevos
Pan integral
Preparación
Poner a cocer los huevos. Mientras se convierten en huevos duros, lavar la verdura. En el vaso de la batidora poner el pimiento y el pepino a trozos. Añadir el ajo sin piel, los tomates pelados y cortados en cuarto (eliminar la coronita), un poco de sal y el aceite de oliva. Batir hasta conseguir una crema ligera.
Servir con los huevos duro picados y trocitos de pan integral.
Es una receta rápida y deliciosa, pues el pan absorbe el líquido y produce en la boca una explosión de sabores; además, alimenta y refuerza la salud. El ser consciente de que la comida nos beneficia, multiplica el placer de comer.
Valor nutritivo de la receta
TOMATE
El tomate es rico en vitamina C, potasio, magnesio, cloruro, fósforo, calcio. Cantidades menores de otras vitaminas y minerales.
El tomate se caracteriza por la gran cantidad de licopeno que contiene. El licopeno es un potente antioxidante que capta los radicales libres y los destruye, de forma que refuerza las defensas del organismo y protege de diversas enfermedades. Las propiedades del licopeno se multiplican al trocear o pasar el tomate. No pierde sus propiedades con el calor. Al licopeno se le atribuye la propiedad de prevenir enfermedades cardiovasculares.
AJO
Contiene vitamina B1, B2, B3, C. Minerales como hierro, zinc, cloruro, fósforo, potasio también se encuentran en el ajo. Es un antibiótico natural gracias a alicina. Ya en el antiguo Egipto se utilizaba el ajo como hierba medicinal. Alicina tiene la propiedad de destruir microorganismos patógenos y parásitos en el organismo. De esta forma mantiene la flora intestinal sana y contribuye a reforzar el sistema inmunitario.
PAN INTEGRAL
Contiene vitamina B3, B6 e importantes minerales como hierro, zinc, cobre, manganeso, fósforo. El pan integral es rico en fibra. Estos nutrientes se encuentran en las capas externas del grano, en el interior solo queda proteína y almidón. La harina refinada solo contiene la parte interior del grano, ya que las capas exteriores quedan excluidas en el proceso, con lo cual, las sustancias nutritivas se pierden. Por ello, el pan integral es más nutritivo y más saludable. Zinc refuerza el sistema inmunitario. Magnesio relaja nervios y músculos. Hierro transporta oxigeno a través de la sangre. La fibra ayuda al intestino a evacuar los restos de alimentos.
HUEVO
El huevo contiene un tipo de proteína que el organismo puede asimilar casi por completo. Esta se encuentra principalmente en la yema. Es rico en vitamina A, B1, B2, D y K. Vitamina A promueve la elasticidad de la retina y la adaptación de la pupila a la luz. Vitamina B1 refuerza la función de las neuronas. Vitamina B2 favorece la respiración de las células. Vitamina D refuerza huesos y dentadura; además, interviene en procesos metabólicos y de asimilación de otros nutrientes. Vitamina K mantiene intacta la estructura ósea. El huevo posee además ácido fólico, calcio, fósforo, hierro.
El tiempo de cocinar forma parte de la comida. El cocinar, la transformación de los alimentos en un sabroso placer, también forma parte de la nutrición, pues el organismo, al imaginarse el resultado de esa actividad, se prepara y disfruta ya antes de comer. Masticar lentamente, saborear todos los matices de los ingredientes combinados y tragar antes introducir otra porción en la boca permite que el cuerpo aproveche mejor los nutrientes. Parece infantil decir esto, pero hay personas que mastican rápidamente, engullen la comida medio masticada y no dan tiempo a las papilas de captar el sabor.
Una siesta de quince minutos tras la comida es ineludible. El reposo favorece la digestión y absorción de las sustancias nutritivas. Es mejor calcular la siesta como parte de la comida, así evitamos las prisas e indigestiones.
Relajación y actividades diversas ayudan a mantener la mente en forma. La práctica de deporte colectivo como fútbol, baloncesto, hockey, etc. despeja la mente; además, la interacción social aumenta las endorfinas. Recapacitar una hora sobre los acontecimientos del día y su influencia futura proporciona seguridad y autoconfianza. Dormir bien y largo previene estrés y reestructura la memoria.
Las actividades manuales y hobbies distraen y relajan la mente. Caminar por el bosque y empaparse de naturaleza tiene propiedades terapéuticas al igual que deportes meditativos como yoga o taichi. Bailar, cantar o hacer excursiones con los amigos son actividades que igualmente contribuyen a mantener la mente abierta, equilibrada y dispuesta a aprender.
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