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Remordimientos propios y creados

CORTEGA • 31 de agosto de 2024

Un sentimiento aniquilador con ventajas y desventajas

El remordimiento propio es un sentimiento desagradable que se filtra en la conciencia a causa de un comportamiento contrario a los propios valores morales. El remordimiento creado es un sentimiento desagradable que se implanta en la conciencia a causa de reproches y críticas destructivas por parte de personas ajenas. En ambos casos, el remordimiento puede ser resultar positivo o negativo.


Otro tipo de remordimiento

El lado positivo del remordimiento

Un ejemplo de remordimiento creado

Antes de permitir que el remordimiento se instale en tu conciencia


La conciencia es una especie de brújula moral y emocional que nos indica si hemos actuado bien o mal. Es una voz interior que nos ayuda a tomar decisiones, a responder preguntas, a recapacitar y valorar nuestro comportamiento a fin de rectificar en caso necesario. El premio es el desarrollo positivo de nuestro carácter. 


La conciencia no forma parte del ser humano. Es una idea abstracta compuesta por los valores que imperan en la sociedad; la educación; los valores morales personales y la autoconfianza del individuo. Muchas personas no se plantean nunca su comportamiento, puesto que siempre obran de manera correcta. Otras, en cambio, encuentran constantemente contradicciones entre su comportamiento y sus valores morales, o sea, la conciencia duda de la rectitud de sus actos.


Al parecer, el remordimiento es bastante subjetivo y depende de numerosos factores. Se ha establecido una relación entre la persona perfeccionista y la tendencia a sufrir remordimientos frecuentes. También la persona con un alto nivel moral o con una baja autoestima es más propensa a los ataques de remordimiento. Por otra parte, hay gente que practica la critica destructiva con personas de su entorno a fin de provocar en ellas sentimientos de culpa con la mala intención de manipularlas. Estos manipuladores, antes de dar el zarpazo, se ganan la confianza de sus víctimas con halagos, regalitos insignificantes o favores camuflados.


Otro tipo de remordimiento

Hay otro tipo de remordimiento creado por personas que se sienten en deuda con otra. Pongamos un ejemplo: Andrea ayuda a Carlos a superar una situación complicada. Carlos sabe que nunca podrá saldar adecuadamente esa deuda, su agradecimiento se convierte en remordimiento. A fin de paliar ese resquemor interior, Carlos convierte a Andrea en su enemiga y no pierde ocasión de recriminar todo lo que hace, incluso la critica a sus espaldas con la intención de perjudicar la imagen de Andrea ante amigos comunes. Carlos ya no se siente obligado con Andrea, al fin y al cabo, distanciarse de una mala persona es lo mejor que él puede hacer. Así de fácil se libera de su deuda: Carlos consigue restablecer su conciencia y borrar el remordimiento.


El lado positivo del remordimiento

A pesar de que el remordimiento de cada cual es bastante particular, el culpar, dialogar y perdonar forma parte de una sociedad equilibrada. La moral no es una ley, sino que se basa en los valores vigentes de la sociedad y en la definición actual de lo bueno y lo malo; es decir, las circunstancias mandan.


La persona con una fuerte autoconfianza es más resistente al remordimiento. Estas personas aceptan sus fallos sin problema, no se avergüenzan de reconocerlos ni tampoco de pedir disculpas por su error. El pedir disculpas evita que aparezca el remordimiento, pues un fallo lo tiene cualquiera y, quien lo reconoce, no lo repite. 


El remordimiento hace saltar una alarma en la conciencia a fin de advertirnos de un posible fallo, con ello, nos obliga a reflexionar sobre nuestro comportamiento. La reflexión profunda nos indica si hemos fallado contra nuestros principios o contra principios ajenos. Si hemos fallado contra principios ajenos, el remordimiento no tiene fundamento, puesto que los principios ajenos no son de nuestra incumbencia. Pero, si el fallo es contra nuestros principios, la conciencia nos está diciendo que debemos rectificar. De esta forma, el remordimiento contribuye a la evolución positiva de nuestra personalidad.


En cambio, la persona que no siente remordimientos porque siempre se comporta correctamente no tiene oportunidad de mejorar su carácter.


Un ejemplo de remordimiento creado

Un amigo te quiere obligar a toda costa a hacer algo que tú no quieres o no te interesa hacer, por lo tanto, le expones tus razones y te niegas amablemente a seguir sus indicaciones.

Tú piensas que todo está aclarado, pues la amistad continúa como siempre. Unos meses más tarde, descubres que tu amigo te ha mentido con tal de obligarte de nuevo a hacer lo que tú ya le negaste. Hablas con él seriamente, le perdonas el abuso a cambio de que no vuelva a estafarte. Pasan varios meses, tu amigo vuelve al ataque. Esta vez, antes de que le pidas explicaciones, arremete contra ti. No te deja hablar, te insulta y te injuria a gritos. Tú le retiras la palabra.


Amigos comunes te reprochan el que seas tan implacable con el pobrecillo, al parecer no están debidamente informados y pretenden crearte remordimientos, o sea, culparte a ti de la desfachatez del otro.


Antes de permitir que el remordimiento se instale en tu conciencia

  • Nunca actúes bajo el efecto de remordimientos. 
  • Aparca el sentimiento de culpa por un tiempo y relájate.
  • Pregúntate contra qué valor moral personal has atentado.
  • Analiza si tus valores morales todavía son actuales o han pasado a la historia.


La mayoría de las veces, al reflexionar sobre la procedencia de los remordimientos, comprobaremos que hemos actuado conforme a nuestros valores. El remordimiento proviene de los sentimientos de personas ajenas que intentan obligarnos a complacer sus necesidades. Sin embargo, en nuestro interior, sabemos perfectamente que nunca seremos felices si vivimos como los demás quieren que vivamos, de ahí el alejarse que aquellos que quieren determinar nuestra existencia.


Toda persona debe responsabilizarse de su comportamiento y devolver el sentimiento de culpa a quien le corresponde, es decir, a quien intenta perjudicarla, pues esa no es manera de tratar a sus semejantes. El comportarse conforme a los propios valores morales no es desconsideración; es respeto a sí misma, es independencia, es egoísmo sano y es un trocito de libertad.

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